En esta trilogía trato el asunto al que se enfrentan profesionales y empresas en este tiempo de desescalada tras tres meses de confinamiento. Me refiero al regreso presencial a la oficina. Muchos lo anhelan, y otros muchos lo temen.
Me dispongo a desgranar los perfiles de unos y otros. Cinco tipologías en cada caso. Y en la parte final anticipo lo que intuyo que pasará, y sobretodo lo que creo que debiera pasar.
LOS QUE ANHELAN EL REGRESO
Ponemos lento final a un confinamiento de tres meses, y se inicia para muchos la paulatina reincorporación física a los puestos de trabajo. Para algunos, este tiempo ha sido eterno, y para otros algo demasiado efímero.
Los profesionales se dividen entre quienes cuentan los días para regresar físicamente a su trabajo, y quienes no quieren hacerlo y prefieren seguir teletrabajando. Las empresas lo han detectado, y son conscientes de ello. Deberán hacer frente a la compleja gestión emocional de unos y otros. Y para lograrlo, lo primero que requieren es identificar con cierta claridad los perfiles diversos que se ubican en cada uno de los “dos bandos”.
Entre los que anhelan el regreso al trabajo presencial, relacionamos cinco perfiles concretos. A saber:
Perfil primero. Hay quienes buscan en el trabajo presencial un refugio de felicidad, aunque en verdad, más que la búsqueda de felicidad, lo que procuran es la huida de la infelicidad que sufren en su domicilio. En este grupo se ubican quienes tienen una relación de pareja difícil o un entorno familiar conflictivo.
Para ellos, el confinamiento ha sido una tortura, y anhelan su final cuanto antes. Necesitan huir, salir, respirar… Hay casos cercanos a la patología. Es cuestión de salud mental, o cuando menos de higiene emocional. Su incorporación a la normalidad supone “poner fin a la infelicidad”.
Perfil segundo. No responden al mismo perfil, pero presentan muchos síntomas comunes a los anteriores quienes han pasado el confinamiento con varios niños de corta edad, o cuidando a personas mayores, en pisos especialmente pequeños. En este caso, el origen de la infelicidad no es un conflicto o una relación tóxica, pero sí requieren igualmente salir y respirar. Para ellos, el confinamiento ha supuesto un estrés prolongado sin opción a espacios y tiempos de libertad, descanso, ocio, relaciones y soledad.
Perfil tercero. Otro grupo distinto a los dos anteriores es el de los “animales sociales”. Necesitan la relación con la gente, el contacto físico y la socialización en grupos relativamente amplios. Al principio del confinamiento, las videollamadas y las citas virtuales entre amigos y compañeros de trabajo cubrieron sobradamente su déficit de relación, pero cubierta esa etapa, los grupos de Teams o de Zoom ya no les llega. Requieren salir y abrazar, reírse y tocarse, expresarse físicamente. Suelen ser personas expansivas y expresivas a las que lo virtual se les queda muy pequeño. Por eso, necesitan regresar al trabajo presencial y volver a “armar ruido” en la oficina. Valoran sobremanera las conversaciones de pasillo, los cotilleos de cafetería, los canales informales de comunicación y las reuniones de trabajo.
Puede que no sea fácil para este perfil regresar a una “nueva felicidad laboral”, porque ellos en realidad desean la vieja, la de toda la vida. Quisieran que todo fuera como antes, pero en el regreso habrá cosas que no retornarán a su estado previo: ni todos los compañeros regresarán (algunos se quedarán teletrabajando de una forma más o menos estable), ni los que lo hagan, serán como antes (serán reacios a las muestras afectivas de cariño, a las reuniones de celebración, a la organización de eventos, o a la prolongación innecesaria del horario laboral).
Así las cosas, es fácil imaginar que busquen en otros entornos esa relación social que antes cubrían de manera sobrada en el trabajo, sobretodo si gozaban de un buen ambiente entre compañeros.
Perfil cuarto. Un cuarto grupo es el que a su vez podemos subdividir en dos: el de quienes piensan que en presencial “brillan más” y tienen más opciones, y el constituido por los temerosos a perder su puesto de trabajo porque piensan que “en virtual” desaparecen a los ojos de los demás, especialmente los de los jefes, y creen que pueden acabar siendo borrados. En realidad, son dos caras de la misma moneda, pero con matices diferentes.
Uno y otro perfil comparten la creencia de perder “competitividad” si no se regresa a lo presencial, y por eso quieren volver al lugar físico de trabajo. Es como retornar a la zona de confort, allá donde ellos creen destacar, o al menos donde no se sienten amenazados. Al igual que en el caso de los animales sociales, su retorno puede que no les garantice la felicidad que antes disfrutaban.
Y el motivo es similar: aunque ellos regresen físicamente, el entorno virtual ya ha tomado cuerpo y será una dimensión nueva que competirá con la presencial, por lo que quienes creen brillar más con su presencia física, sufrirán la competencia de quienes brillen ahora en lo virtual.
Estos perfiles necesitan “ser vistos”, bien para destacar o bien para no sentir que desaparecen si no se les ve. Pero pueden chocar con un imprevisto: que el jefe sea de los del “bando del teletrabajo” y, por tanto, que lo que vea sea lo que ellos no ven.
Perfil quinto. Un quinto perfil es el de quienes necesitan presión y control, y en la distancia de lo virtual pierden tensión. Son personas que rinden bajo la presión del plazo pero sobretodo con el aliento del jefe encima. Entonces es cuando recargan energía y se vienen arriba.
Puede que en el inicio del teletrabajo disfrutasen de una primera sensación de relajación, pero que con el paso del tiempo temen que esa sensación les acabe afectando en su rendimiento y progresión profesional.
Los cinco perfiles podemos resumirlos en el siguiente cuadro:
Así son los que desean regresar al trabajo presencial y poner fin a la moda del teletrabajo