José Manuel Chapado

Volver o no a la oficina (II): Los que temen el regreso

Tras enumerar ayer las cinco tipologías de profesionales que anhelan el regreso presencial al puesto de trabajo, corresponde ahora hacer otro tanto con quienes pospondrían “sine die” ese regreso. Hablamos de los que desearían que el “teletrabajo” se prolongue, evitando así el regreso físico a la oficina.

¿Se trabaja igual en casa, o no? En el centro del debate está la productividad del teletrabajo.

LOS QUE TEMEN EL REGRESO

También en este caso distinguimos cinco perfiles diferentes. A saber:

Perfil primero. En el primer grupo, los que tienen miedo a la enfermedad y el contagio. Si ese temor es grande e invade su emocionalidad, estamos ante una situación de difícil resolución. Son personas aprensivas a las que les cuesta razonar. Con ellas, cualquier vía para combatir el miedo es válida: dar información, procurar certezas, generar espacios de protección, ganar terreno al temor con la fuerza irresistible de lo cotidiano…

Ante este perfil se precisa practicar un delicado equilibrio entre el respeto y la firmeza. La imposición y las técnicas de implosión pueden ser contraproducentes y generar un importante rechazo del profesional hacia su empresa. Es una situación delicada que puede dar lugar a una desafección empresa-trabajador sin retorno.

Pero dejar pasar y permitir sin más la dilación de una reincorporación puede cristalizar en un miedo interiorizado cada vez más cercano a la fobia. Lo que es un temor razonable, si lo dejamos crecer puede acabar siendo una patología. Del miedo no se huye, al miedo se le vence.

Al igual que la mayoría de las grandes organizaciones reaccionaron antes y mejor que las autoridades públicas en los días previos a la declaración del estado de alarma, también las empresas tienen un papel protagonista en la desescalada. Son ellas las que tienen que “tutorizar y acompañar” a las personas, en especial a las que tienen miedo.

Perfil segundo. Otro grupo reacio son los que tienen miedo a volver a un ambiente (el presencial) que perciben más agresivo y competitivo. Son trabajadores tranquilos que se organizan bien, y prefieren la soledad para rendir. Valoran “su” espacio, y ahora les cuesta regresar al colectivo. Más que rechazo, tienen pereza.

Perfil tercero. También están los que valoran la conciliación de la vida familiar con la profesional. En muchos casos pensaban que el teletrabajo era una cosa del futuro, o de organizaciones más avanzadas que la suya, o un medio que mermaba la productividad y congelaba las relaciones entre personas y el trabajo en equipo. Y ahora han descubierto y comprobado que todo eso no era así, y además han podido conciliar mejor en casa.

Perder ahora todo el terreno ganado les resulta incomprensible. Han descubierto que en el teletrabajo los objetivos están cubiertos, y que los beneficios adicionales que reporta son precisamente las desventajas del trabajo presencial. Con ellos, será preciso que el retorno al trabajo presencial esté justificado, y eso pasa sobretodo porque comprendan que hay objetivos que precisan de la presencialidad y no pueden ser alcanzados con teletrabajo.

A todas las razones anteriores se pueden sumar otras de carácter más objetivo, como el tiempo y coste ahorrados en llegar al lugar de trabajo, sobretodo si implica desplazamientos significativos. Son muchos los motivos percibidos por ellos que inclinan la balanza coste-beneficio a favor del teletrabajo.

Perfil cuarto. Nada tiene que ver con los casos anteriores el de los artistas en escurrir el bulto, los que sobreviven haciendo lo justo, o menos de lo justo. Esta curiosa raza necesita entornos concretos para sobrevivir. Las organizaciones grandes con equipos amplios son su hábitat favorito, mientras que en las pymes con equipos reducidos su supervivencia se hace más difícil, porque quedan al descubierto. Necesitan no llamar la atención y pasar desapercibidos. Y el teletrabajo, si no es bien gestionado, puede ser perfecto para ellos.

Parece extendida la creencia (cierta en la mayoría de casos) de que los profesionales comprometidos y con elevado sentido de la responsabilidad han invertido más tiempo y esfuerzo en este tiempo de teletrabajo, y vivir a costa de ellos ha sido más fácil para los que no arriman el hombro.

El regreso al trabajo presencial es, lógicamente, una mala noticia para quien ha ido evadiendo tareas y responsabilidades en la distancia y desorganización del teletrabajo “recién estrenado”. Combatir a esta raza pasa por perfeccionar la organización del teletrabajo y distribuir equitativamente la carga entre todos.

Perfil quinto. Por último, también podemos mencionar a los que adoran el cambio y necesitan retos. No abundan, pero son altamente valiosos. Quieren hacer cosas nuevas y experimentar la novedad, por lo que, en general, son personas más proclives a lo digital, y sobretodo con escasa o nula resistencia al cambio.

Con ellos, cualquier innovación funciona bien, y lo único que repelen es retroceder a un pasado que ya entienden superado. Por eso, si se les impone un regreso basado en “más de lo mismo”, en el que la cultura del control y la presencialidad se impone a la de la confianza y la delegación, es posible que pongan sus ojos y aspiraciones en otras organizaciones que sí hayan entendido que ha nacido una nueva era en la que es posible otra forma de hacer las cosas. 

De manera resumida, estos son los cinco perfiles que hemos relacionado:

Así son los que sueñan con el teletrabajo, deseando que haya venido para quedarse y poner fin al presencialismo

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